"Todo lo que quisierais que los hombres hicieren por
vosotros, hacedlo vosotros por ellos" dijo Jesucristo.
Dar lo que esperas recibir, aún antes de haberlo recibido, tal es la ley que rige en el Universo, porque vaciando nuestro interior de aquello que nos apetece, más profundos serán los vacíos que han de contener los dones que esperamos. Si es el amor, la ternura o la solidaridad lo que demandamos, comencemos por ser nosotros mismos fuentes vivas de las que emanen estos dones. De nuestra capacidad de dar depende nuestra facilidad para recibir, ya que del mismo modo que recibimos del manantial cósmico el tipo de energías que estamos utilizando en la edificación de nuestra obra humana, también recibimos de los demás, para la elaboración de esa obra, las proyecciones mentales y emotivas correspondientes a la calidad que estamos utilizando. Es decir si lo que hacemos es odiarlos, la sociedad nos restituirá ese odio, y lo mismo ocurre con el amor.
En los intercambios humanos, siempre recibimos lo que damos. Cuando a nosotros nos parece que damos amor y recibimos odio, que damos dinero y recibimos miseria, ello se debe simplemente a un desfase entre la recepción de las energías y su utilización. Es decir, si en nuestros vacíos internos se ha acumulado el odio, el rencor, la tristeza, porque hemos pasado una vida difícil, esos sentimientos tienen que salir antes de que la nueva mercancía llamada amor aparezca, cambiando el panorama de nuestra vida. Es algo parecido a lo que ocurre con las máquinas trituradoras de carne en las carnicerías, cuando un cliente pide un filete picado, el carnicero lo corta y lo introduce en la máquina, pero lo primero que cae sobre el papel es la carne que ya estaba previamente en la máquina (o sea la que ya había sido picada anteriormente) y sólo cuando ésta se ha agotado aparece el nuevo filete.
Si creemos recibir de los demás algo distinto a lo ofrecido, es que nuestros resortes psíquicos estaban cargados de otros productos y la nueva mercancía que ofrecemos a los demás empuja esos productos hacia su exteriorización. Cuando esa maquinaria interna quede limpia, aparecerá con toda seguridad el amor y todo lo que el amor acarrea.
El perdón nos ayudará, de una forma muy efectiva, a limpiar nuestros mecanismos internos. ¡EMPECEMOS A LIMPIAR LA MAQUINARIA INTERNA, CAMBIEMOS NUESTROS PENSAMIENTOS Y ABRAMOS NUESTRO CORAZON A LOS DEMAS!
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