BIENVENIDOS A TIERRA FIRME

Tierra Firme es ese lugar que se encuentra en tu Corazón, Es el Puerto Seguro de Destino a donde todos ansiamos llegar algún día una vez que hayamos cruzado el Oceano de Sabiduría en nuestro Interior, La Gran Biblioteca Universal, Herencia de Nuestro Creador(a), El Gran Espíritu, La Conciencia Cósmica. BIENVENIDOS A TIERRA FIRME,

viernes, 14 de septiembre de 2007

TRANSFORMACION HOMBRE-AGUILA



















“Pero los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas; levantaran alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán”. (Isaías 40:31).

Desde hace siglos las águilas han sido consideradas como símbolos de Poder, Libertad, Sabiduría, Valor y Excelencia. Les decimos águilas a los “espíritus elevados”. ¿Por qué? ¿Qué virtudes poseen estas aves? ¿Qué podemos aprender de las Águilas? Primeramente las águilas no vuelan bajo, sino que siempre buscan las grandes alturas, para disfrutar del ángulo más amplio del mundo. Ellas vuelan a aproximadamente 1,800 metros sobre el nivel del mar, construyen su nido a miles de metros de altura. Ella hace del nido que construye su hogar permanente, el que cuida y mantiene, renovándolo constantemente al llevar nuevas ramas. En la calidez de su nido, instruye a sus hijos hasta que estos pueden volar por sí mismos.

El águila vuela sola o en pareja, no necesita andar en grupos (”no se mueve con los muchos del mundo, sino con los pocos de Dios”). Las águilas, muy fieles a su hogar, reconocen a tiempo sus signos vitales de envejecimiento y es entonces cuando inician el proceso más trascendental de su vida. Cuanto las águilas tienen unos cuarenta años van perdiendo su fuerza para volar en las grandes alturas porque sus viejas plumas se vuelven pesadas, su pico se encorva en dirección a su pecho y sus garras de vuelven muy apretadas por lo que no pueden sostener a sus presas.

¿Qué hace la sabia águila entonces? Ella asume el control de su vida, se responsabiliza de su supervivencia y se renueva a sí misma, porque sabe que de lo contrario perecería. En su nido, en lo más alto, ella -en ayuno- se somete a sí misma a un proceso sumamente doloroso, pero vital, de aproximadamente cinco meses: golpea con fuerza contra una roca su pico encorvado por los años, hasta que su corteza se desprende de su cuerpo y espera hasta que le nazca un nuevo pico con el cual pueda desprenderse una a una las uñas. Cuando nacen las nuevas uñas, entonces las usa para arrancarse todas sus viejas y pesadas plumas.

Después de someterse a este proceso de renovación, de transformación, con pico y garras nuevas espera confiada hasta que le salgan nuevas plumas para volver a volar…y entonces, dignamente emprende nuevos vuelos, conquista los cielos, por un periodo de vida de unos treinta años más. Conquista nuevas alturas porque esta rejuvenecida, renovada, con nuevos bríos. Ella renueva sus odres para recibir el vino nuevo de una nueva vida.

¿Para qué nos sirve este ejemplo? Apliquémoslo a nuestra actual “realidad”. ¿Cómo esta nuestro Planeta ahora? ¿Cómo están los humanos de la Tierra ahora?

Ahora, nuestra tierra parecería haber perdido sus fuerzas para seguir viviendo. Ha sido tan maltratada, explotada, superpoblada, tan ensuciada, que necesita urgentemente pasar por un proceso de transformación vital. Gaia, con todo el ímpetu y sabiduría de un “espíritu elevado”, hace un esfuerzo extraordinario y, aunque resulte sumamente doloroso, comienza a renovarse, a transformarse a sí misma, pariendo desde sus entrañas una “nueva realidad” para poder así seguir viviendo por muchos años más…como el águila. Ese mismo proceso debe ser vivido por cada ser humano, reconociendo él mismo lo que debe arrancar de sí…para transformarse y sobrevivir.

Nadie ha dicho que este proceso sería fácil… porque no lo es.

Unas estructuras que han demostrado ser inservibles, corrompidas hasta la saciedad, llenas de inequidades; deben ser arrancadas, desbaratadas, para que nazcan nuevas estructuras con las cuales la humanidad pueda sobrevivir y emprender nuevamente su alto vuelo, con renovadas fuerzas, para seguir elevándose por la espiral del constante proceso evolutivo del Planeta…y del Universo.

Aunque lamentablemente este proceso resulte doloroso para muchos, o para todos, debemos entender que la cuestión es RENOVARSE O PERECER.

El proceso de renovación requiere que dejemos partir muchas cosas, incluso muchas personas que deben seguir su camino hacia un nuevo lugar. Los humanos de la Tierra sufrimos mayormente por nuestros apegos y nuestra resistencia a los cambios, aunque estos sean para mejorar. Aunque estos sean nuestra salvación…aunque no haya otra alternativa.
Nos apegamos a las cosas y a las personas porque las creemos nuestras.

Para sobrevivir, para seguir evolucionando, debemos definir lo que son realmente nuestras prioridades, comprendiendo que hemos llenado el mundo y que nos hemos llenado a nosotros mismos de tantos hábitos dañinos, tantas cosas que no necesitamos y que, por no mirar desde las más altas alturas, ahora tenemos mucho miedo de soltar, de “perder” las cosas que hemos considerado ser nuestros tesoros. Pero, ¿Qué nos enseñó el Maestro Jesús sobre el mundo material? El dice:
“No junten tesoros y reservas aquí en la Tierra, donde la polilla y el óxido hacen estragos, y donde los ladrones rompen el muro y roban. Junten tesoros y reservas en el Cielo, donde no hay polilla ni óxido para hacer estragos, y donde no hay ladrones para romper el muro y robar. Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón“.

Comprendamos que nuestro tesoro no esta en las cosas materiales; las cosas van y vienen. Nuestro tesoro esta en nuestro espíritu elevado, que nos permite desprendernos de todo aquello que nos limita, para renovarnos y seguir evolucionando.

Nuestro tesoro esta en lo que permanece con nosotros… NUESTRO ESPIRITU.

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