Al servir desinteresadamente al Espíritu Único en todos - empezando quizá con nuestros amigos cercanos, familia, asociados o nuestro grupo - encontraremos que nuestras más grandes necesidades son satisfechas por medio de dicho servicio.
Una vez que el corazón espiritual es así encendido y puesto en llamas, todos los problemas personales retoman su correcta perspectiva y comienzan a desvanecerse sin esfuerzo. Por ejemplo, en los tiempos de gran infortunio o desastre, el alma de la humanidad naturalmente responde a las mayores necesidades, y así al encontrar un propósito por medio de la crisis nuestros propios problemas personales pierden su prioridad y pueden aún todos desaparecer de nuestro conocimiento. En la presente etapa del desarrollo humano en la Tierra, el Nuevo Espíritu está sonando urgentemente y está implorando a cada corazón renunciar voluntariamente a la inútil búsqueda de la ganancia personal - material o espiritual - y atender las mayores necesidades de nuestros semejantes. Busca esclarecer y evocar dentro de nosotros toda la sabiduría al unir las manos como uno solo, por la realización de una visión más grande y brillante para todo el planeta.
La gracia de estos tiempos puede ser recibida sólo por los virtuosos, y al ser iluminados por las energías liberadoras de la Era de Acuario, un conocimiento de las muchas previamente escondidas pero vitales lecciones de la vida, puede ser apreciado. Cuando podemos realmente ver, todos y todo se convierte en un tutor confiable, el Libro de la Naturaleza se abre y sus secretos son revelados, el contacto divino se establece y, por lo tanto, la intuición se despierta. La verdadera intuición siempre nos dirige a hacer el mayor bien por la mayor cantidad de gente, porque si uno está armonizado con el Espíritu por medio de nuestra propia alma, entonces uno está también alineado con el Plan Divino, y el Plan Divino es, a su vez, diseñado para el beneficio de todos. La intuición, por lo tanto, siendo siempre altruista, puede ser correctamente considerada como una percepción de grupo, es decir, una visión otorgada por la armonización con la ley divina para el beneficio de todos. El altruismo es la llave de oro que beneficiará a cada persona hoy día de la mayor bendición en el mundo, la cual es dada para ser compartida con otros, y cuando a la puerta de la actual oportunidad se le quite la llave, se abra y el umbral se cruce, los aspirantes sinceros se encontrarán en el Sendero de la progresiva liberación espiritual al servicio de sus semejantes.
El más grande propósito del conocimiento es su aplicación práctica en la vida, porque sólo por medio de la experiencia se gana la sabiduría. Más aún, el conocimiento no puede ser totalmente realizado si se guarda para uno mismo; el conocimiento es para compartirlo. La persona de conocimiento que carece de un buen corazón es como la abeja sin miel, y es un hecho que el conocimiento que no es compartido con otros, eventualmente se convierte en veneno para quien se aferra a él para su propio beneficio. Sin embargo, es una infalible ley universal que cuando damos desinteresadamente recibimos más espiritualmente de regreso. Hay una maravillosa recompensa divina que se obtiene en la experiencia de compartir afectuosamente el conocimiento superior abiertamente con otros para su bienestar, y esta es sólo una de las recompensas que se encuentran en el Sendero del Servicio. Al olvidar este simple pero principal y eterno principio espiritual de dar, nos permitimos permanecer en la ilusión de nuestro solitario egoísmo, cuyas fuerzas nos mantendrán engañados, manteniendo nuestra segregación y lucha mientras moremos en nuestro olvido de nuestra inseparable relación con el gran todo, nuestro Dios.
La errónea pero popular idea que un hombre no puede servir a los demás adecuadamente hasta que ha logrado un gran nivel de avance espiritual - quizá por medio de la meditación o alguna otra disciplina - es un pretexto del ego, el cual siempre ha intentado y siempre intentará retardar el progreso real, y es especialmente engañoso y dañino hoy día debido a su intensificada batalla sobre la Tierra con las Fuerzas de la Liberación. El ego es un experimentado mentiroso y es extremadamente ingenioso para suministrar argumentos falsos, aún aparentemente lógicos a la mente consciente para impedir que alguien se encamine hacia el liberador Sendero del Servicio. Debería recordarse que el ego siempre busca prolongar su propia separada y egoísta existencia, y hará lo máximo para evitar que una persona lo disuelva por medio del altruismo. Por otra parte, y solicitando la atención del Espíritu, el servicio afectivo es el gran enemigo del ego, porque amenaza su propia existencia, una existencia que es dolorosa porque garantiza la separación y por lo tanto el sufrimiento. El servicio altruista, entonces, es la más rápida y más efectiva manera de disolver la ilusión del separado ego, y consecuentemente unirse con el Todo.
Debería siempre tenerse en mente que no hay actividad en la vida, ningún llamado de la vocación, ninguna ocupación mental, y ninguna condición que no provea la llave con la que cada hombre pueda abrir la próxima puerta apropiada para él mismo; la puerta que lo conducirá hacia una realidad más brillante y servirá para guiarlo hacia la cima de la montaña desde donde un horizonte más amplio puede ser contemplado y una visión espiritual más grande alcanzada. La llave es la oportunidad de servir, y cuando esta verdad es vista se vuelve claro que absolutamente todos pueden comenzar a servir humildemente como puedan comenzando desde donde precisamente se encuentran, como todos los grandes santos y maestros espirituales lo han hecho. Todo comenzó para ellos con un pensamiento afable, y estos eminentes benefactores de la raza procedieron desde allí a demostrar clara y repetidamente a la humanidad que por cada simple flor de amor y caridad que una persona siembra en el jardín de su vecino, una cizaña indeseable y problemática desaparecerá del suyo propio.
Ha sido repetidamente afirmado por todas las enseñanzas religiosas y enunciados de los grandes líderes espirituales a través de la historia de la humanidad que la individualidad es realmente una con el todo; ha sido claramente indicado que la creencia en la ilusión de un separado ego y la consecuente indulgencia de eso, es la causa de toda la segregación y sufrimiento. Aún más, si nos detenemos a reflexionar sobre el obvio hecho que una parte infinitamente grande del Cosmos existe aparte del pequeño yo, entonces probablemente apreciemos la relativa insignificancia de ese yo así como la sustancia, magnitud y significado enormemente grandes con relación a todo lo que no es del yo. Con esto en mente el individuo aparentemente separado haría bien en considerar la sabiduría de nunca tener ningún interés que sea opuesto a las leyes universales que guían y gobiernan toda la Creación. Por supuesto, el egoísmo del amor propio es diametralmente opuesto a tal ley: la sagrada Ley del Amor, y así, como la sombra de uno, los problemas necesariamente seguirán al trasgresor de esa ley. Sin embargo la plena verdad es que en ayudar a otros yace nuestro mayor bienestar, y los aspirantes espirituales progresan verdaderamente más cuando ayudan al progreso de sus compañeros.
La Ley del Amor es paradójica para el codicioso ego, por Amor se debe dar para poder recibir. Si no perdemos lo que hemos ganado, entonces debemos darlo. Los corazones afectivos podrán más fácilmente entrar al Nuevo Mundo, y así todos los que poseen un entendimiento espiritual real hoy día estarán naturalmente dispuestos para embarcarse en el sendero del servicio activo. Puede observarse que los genuinos servidores generalmente demuestran una felicidad y un espíritu alegre que está siempre ausente entre todas las mentes egoístas. Ellos saben bien que en el verdadero servicio el jardín de los dioses - la humanidad - se desarrolla y florece en una verdadera y más divina expresión, y así ellos felizmente demuestran que el sendero del servicio es el más espléndido, noble y santo camino; es el Verdadero Sendero para el cual todas las otras disciplinas no son sino preparatorias. Esto puede ser fácilmente comprobado al notar cómo todos los grandes instructores y líderes espirituales a través de la historia han recorrido el sendero del servicio altruista. Si alguna vez hubo una solución a absolutamente todo problema a través de la historia de la humanidad, a todo lo largo hasta el presente y dentro de la Eternidad, esa debe seguramente ser . . . servir, y seguir sirviendo; dar, y nunca dejar de dar.
Para mucha gente hoy día existe alguna confusión en cuanto a quién servir y cómo. La solución es, sin embargo, exquisitamente simple. La divina Esencia de todos los seres humanos, sin excepción, ama la Verdad. Virtualmente cada una de las personas en el mundo tiene una chispa divina en el corazón, y si esa vida que mora dentro puede ser contactada, elevada y sacada por medio de la personalidad, entonces un servicio espiritual muy valioso habrá sido ofrecido. Por lo tanto, nuestro servicio espiritual puede ser ofrecido virtualmente a todos los que conozcamos. Debido a las actuales necesidades, oportunidades y al presente estado de desarrollo de la humanidad, la pregunta de cómo servir es también muy directa en verdad, y la respuesta yace en nuestras manos. Generalmente, el más valioso servicio que se puede ofrecer hoy día en este período muy especial, es diseminar la verdad vital de los tiempos y así presentar a otros la decisión que deben tomar en estos últimos días del Gran Ciclo Cósmico. Poco después que este proceso haya sido comenzado por aquél que ha reconocido y comprendido esa verdad por sí mismo, y confíe así en llegar a otros con sinceridad y motivo altruista, el Espíritu se hará cargo puesto que el contacto divino ha sido establecido. “No temáis por lo que habréis de decir, porque el Santo Aliento hablará a través de tí.” - Jesús. Así, cuando el correcto entendimiento nos permita olvidar el yo personal en una bien fundamentada dedicación a la ampliación del Plan Divino sobre la Tierra, el servicio en el Sendero del Amor deviene tan fácil como placentero.
En el dedicado servicio nuestra conciencia de la asombrosa aventura de la vida crece siempre brillante, siendo cada momento más significativo, extensivo, alegre y liberador a medida que somos progresivamente iluminados por la luz del Espíritu. De allí en adelante no tenemos otra sana oportunidad más que continuar llegando a la humanidad con nuestras emancipadoras realizaciones internas, y así sirviendo a los demás, estaremos tácitamente invitando a todos aquéllos que nos acompañarían en el viaje de retorno hacia el Reino divino. Ciertos resultados muy beneficiosos están siempre asegurados por la genuina devoción expresada en el servicio. Estos incluyen vitalidad, curación, conciencia expandida, alegría, desarrollo espiritual, y mucho más. Así debe ser porque el servicio es amor en acción, y es por lo tanto gobernado por una ley divina suprema: la Ley del Amor. Los efectos de las causas positivas creadas por el servicio altruista son en verdad de largo alcance. A diferencia de los resultados temporales y autodestructivos de todos los actos egoístas, los efectos favorables del Amor duran eternamente, porque la substancia del Amor constituye la quinta esencia del universo.
Cuando dejamos de buscar sólo para nosotros mismos, experimentando así una mayor libertad de las cargas originadas por el deseo personal, somos capaces de mostrar compasión y buena voluntad para otros; abrimos un canal para que el Amor del Espíritu fluya a través de nosotros. El amor para todos los seres es conocido sólo en el Verdadero Camino que conduce de regreso a la Unidad. Por medio del servicio a la humanidad permitiremos que el Amor divino se manifieste; tal es el Camino de la Evolución Superior, y tal es el camino único y seguro hacia el eterno logro espiritual y la autentica felicidad.
La gracia de estos tiempos puede ser recibida sólo por los virtuosos, y al ser iluminados por las energías liberadoras de la Era de Acuario, un conocimiento de las muchas previamente escondidas pero vitales lecciones de la vida, puede ser apreciado. Cuando podemos realmente ver, todos y todo se convierte en un tutor confiable, el Libro de la Naturaleza se abre y sus secretos son revelados, el contacto divino se establece y, por lo tanto, la intuición se despierta. La verdadera intuición siempre nos dirige a hacer el mayor bien por la mayor cantidad de gente, porque si uno está armonizado con el Espíritu por medio de nuestra propia alma, entonces uno está también alineado con el Plan Divino, y el Plan Divino es, a su vez, diseñado para el beneficio de todos. La intuición, por lo tanto, siendo siempre altruista, puede ser correctamente considerada como una percepción de grupo, es decir, una visión otorgada por la armonización con la ley divina para el beneficio de todos. El altruismo es la llave de oro que beneficiará a cada persona hoy día de la mayor bendición en el mundo, la cual es dada para ser compartida con otros, y cuando a la puerta de la actual oportunidad se le quite la llave, se abra y el umbral se cruce, los aspirantes sinceros se encontrarán en el Sendero de la progresiva liberación espiritual al servicio de sus semejantes.
El más grande propósito del conocimiento es su aplicación práctica en la vida, porque sólo por medio de la experiencia se gana la sabiduría. Más aún, el conocimiento no puede ser totalmente realizado si se guarda para uno mismo; el conocimiento es para compartirlo. La persona de conocimiento que carece de un buen corazón es como la abeja sin miel, y es un hecho que el conocimiento que no es compartido con otros, eventualmente se convierte en veneno para quien se aferra a él para su propio beneficio. Sin embargo, es una infalible ley universal que cuando damos desinteresadamente recibimos más espiritualmente de regreso. Hay una maravillosa recompensa divina que se obtiene en la experiencia de compartir afectuosamente el conocimiento superior abiertamente con otros para su bienestar, y esta es sólo una de las recompensas que se encuentran en el Sendero del Servicio. Al olvidar este simple pero principal y eterno principio espiritual de dar, nos permitimos permanecer en la ilusión de nuestro solitario egoísmo, cuyas fuerzas nos mantendrán engañados, manteniendo nuestra segregación y lucha mientras moremos en nuestro olvido de nuestra inseparable relación con el gran todo, nuestro Dios.
La errónea pero popular idea que un hombre no puede servir a los demás adecuadamente hasta que ha logrado un gran nivel de avance espiritual - quizá por medio de la meditación o alguna otra disciplina - es un pretexto del ego, el cual siempre ha intentado y siempre intentará retardar el progreso real, y es especialmente engañoso y dañino hoy día debido a su intensificada batalla sobre la Tierra con las Fuerzas de la Liberación. El ego es un experimentado mentiroso y es extremadamente ingenioso para suministrar argumentos falsos, aún aparentemente lógicos a la mente consciente para impedir que alguien se encamine hacia el liberador Sendero del Servicio. Debería recordarse que el ego siempre busca prolongar su propia separada y egoísta existencia, y hará lo máximo para evitar que una persona lo disuelva por medio del altruismo. Por otra parte, y solicitando la atención del Espíritu, el servicio afectivo es el gran enemigo del ego, porque amenaza su propia existencia, una existencia que es dolorosa porque garantiza la separación y por lo tanto el sufrimiento. El servicio altruista, entonces, es la más rápida y más efectiva manera de disolver la ilusión del separado ego, y consecuentemente unirse con el Todo.
Debería siempre tenerse en mente que no hay actividad en la vida, ningún llamado de la vocación, ninguna ocupación mental, y ninguna condición que no provea la llave con la que cada hombre pueda abrir la próxima puerta apropiada para él mismo; la puerta que lo conducirá hacia una realidad más brillante y servirá para guiarlo hacia la cima de la montaña desde donde un horizonte más amplio puede ser contemplado y una visión espiritual más grande alcanzada. La llave es la oportunidad de servir, y cuando esta verdad es vista se vuelve claro que absolutamente todos pueden comenzar a servir humildemente como puedan comenzando desde donde precisamente se encuentran, como todos los grandes santos y maestros espirituales lo han hecho. Todo comenzó para ellos con un pensamiento afable, y estos eminentes benefactores de la raza procedieron desde allí a demostrar clara y repetidamente a la humanidad que por cada simple flor de amor y caridad que una persona siembra en el jardín de su vecino, una cizaña indeseable y problemática desaparecerá del suyo propio.
Ha sido repetidamente afirmado por todas las enseñanzas religiosas y enunciados de los grandes líderes espirituales a través de la historia de la humanidad que la individualidad es realmente una con el todo; ha sido claramente indicado que la creencia en la ilusión de un separado ego y la consecuente indulgencia de eso, es la causa de toda la segregación y sufrimiento. Aún más, si nos detenemos a reflexionar sobre el obvio hecho que una parte infinitamente grande del Cosmos existe aparte del pequeño yo, entonces probablemente apreciemos la relativa insignificancia de ese yo así como la sustancia, magnitud y significado enormemente grandes con relación a todo lo que no es del yo. Con esto en mente el individuo aparentemente separado haría bien en considerar la sabiduría de nunca tener ningún interés que sea opuesto a las leyes universales que guían y gobiernan toda la Creación. Por supuesto, el egoísmo del amor propio es diametralmente opuesto a tal ley: la sagrada Ley del Amor, y así, como la sombra de uno, los problemas necesariamente seguirán al trasgresor de esa ley. Sin embargo la plena verdad es que en ayudar a otros yace nuestro mayor bienestar, y los aspirantes espirituales progresan verdaderamente más cuando ayudan al progreso de sus compañeros.
La Ley del Amor es paradójica para el codicioso ego, por Amor se debe dar para poder recibir. Si no perdemos lo que hemos ganado, entonces debemos darlo. Los corazones afectivos podrán más fácilmente entrar al Nuevo Mundo, y así todos los que poseen un entendimiento espiritual real hoy día estarán naturalmente dispuestos para embarcarse en el sendero del servicio activo. Puede observarse que los genuinos servidores generalmente demuestran una felicidad y un espíritu alegre que está siempre ausente entre todas las mentes egoístas. Ellos saben bien que en el verdadero servicio el jardín de los dioses - la humanidad - se desarrolla y florece en una verdadera y más divina expresión, y así ellos felizmente demuestran que el sendero del servicio es el más espléndido, noble y santo camino; es el Verdadero Sendero para el cual todas las otras disciplinas no son sino preparatorias. Esto puede ser fácilmente comprobado al notar cómo todos los grandes instructores y líderes espirituales a través de la historia han recorrido el sendero del servicio altruista. Si alguna vez hubo una solución a absolutamente todo problema a través de la historia de la humanidad, a todo lo largo hasta el presente y dentro de la Eternidad, esa debe seguramente ser . . . servir, y seguir sirviendo; dar, y nunca dejar de dar.
Para mucha gente hoy día existe alguna confusión en cuanto a quién servir y cómo. La solución es, sin embargo, exquisitamente simple. La divina Esencia de todos los seres humanos, sin excepción, ama la Verdad. Virtualmente cada una de las personas en el mundo tiene una chispa divina en el corazón, y si esa vida que mora dentro puede ser contactada, elevada y sacada por medio de la personalidad, entonces un servicio espiritual muy valioso habrá sido ofrecido. Por lo tanto, nuestro servicio espiritual puede ser ofrecido virtualmente a todos los que conozcamos. Debido a las actuales necesidades, oportunidades y al presente estado de desarrollo de la humanidad, la pregunta de cómo servir es también muy directa en verdad, y la respuesta yace en nuestras manos. Generalmente, el más valioso servicio que se puede ofrecer hoy día en este período muy especial, es diseminar la verdad vital de los tiempos y así presentar a otros la decisión que deben tomar en estos últimos días del Gran Ciclo Cósmico. Poco después que este proceso haya sido comenzado por aquél que ha reconocido y comprendido esa verdad por sí mismo, y confíe así en llegar a otros con sinceridad y motivo altruista, el Espíritu se hará cargo puesto que el contacto divino ha sido establecido. “No temáis por lo que habréis de decir, porque el Santo Aliento hablará a través de tí.” - Jesús. Así, cuando el correcto entendimiento nos permita olvidar el yo personal en una bien fundamentada dedicación a la ampliación del Plan Divino sobre la Tierra, el servicio en el Sendero del Amor deviene tan fácil como placentero.
En el dedicado servicio nuestra conciencia de la asombrosa aventura de la vida crece siempre brillante, siendo cada momento más significativo, extensivo, alegre y liberador a medida que somos progresivamente iluminados por la luz del Espíritu. De allí en adelante no tenemos otra sana oportunidad más que continuar llegando a la humanidad con nuestras emancipadoras realizaciones internas, y así sirviendo a los demás, estaremos tácitamente invitando a todos aquéllos que nos acompañarían en el viaje de retorno hacia el Reino divino. Ciertos resultados muy beneficiosos están siempre asegurados por la genuina devoción expresada en el servicio. Estos incluyen vitalidad, curación, conciencia expandida, alegría, desarrollo espiritual, y mucho más. Así debe ser porque el servicio es amor en acción, y es por lo tanto gobernado por una ley divina suprema: la Ley del Amor. Los efectos de las causas positivas creadas por el servicio altruista son en verdad de largo alcance. A diferencia de los resultados temporales y autodestructivos de todos los actos egoístas, los efectos favorables del Amor duran eternamente, porque la substancia del Amor constituye la quinta esencia del universo.
Cuando dejamos de buscar sólo para nosotros mismos, experimentando así una mayor libertad de las cargas originadas por el deseo personal, somos capaces de mostrar compasión y buena voluntad para otros; abrimos un canal para que el Amor del Espíritu fluya a través de nosotros. El amor para todos los seres es conocido sólo en el Verdadero Camino que conduce de regreso a la Unidad. Por medio del servicio a la humanidad permitiremos que el Amor divino se manifieste; tal es el Camino de la Evolución Superior, y tal es el camino único y seguro hacia el eterno logro espiritual y la autentica felicidad.
Tu entrada es perfectamente congruente con el libro que empecé a leer de Eckhart Tolle. "Una Nueva Tierra"
ResponderEliminarGracias por tu blog!